martes, 21 de octubre de 2014

Sacha, Botilleria y Fogón

El Restaurante Sacha en Madrid, (Juan Hurtado de Mendoza 11) es un referente de la gastronomía de la capital del Reino. Abrió sus puertas en 1972  y  actualmente lo regenta el hijo de los fundadores Sacha Hormaechea. Celebridad en este mundo de los manteles, fotógrafo de profesión y cineasta en tiempos libres. Son muchos años los que llevaba con ganas de visitar este local. Fuera de esta generación de la nueva cocina y de la cocina molecular, Sacha se ha mantenido en primera línea con las raíces propias del restaurante. Sin grandes artificios te da de comer buena materia prima elaborada con criterio y mimo.

Al restaurante, de aspecto antiguo  y con solera, quizá le haga falta alguna reformilla, aunque también desprende nostalgia y autenticidad que dan mayor personalidad al local. 

El servicio es de la antigua escuela, sin engolamiento innecesario, preciso y ligero. El Comedor estaba lleno un Jueves noche, aun así el servicio de la mesa fue en tiempo, ágil y agradable. Las mesas quizá estén dispuestas demasiado cercanas, pero esto no fue inconveniente para disfrutar de la cena. Eramos dos y pedimos cuatro platos para compartir. Los platos para compartir te los sirve emplatados  en dos platos con lo cual es mucho más cómodo. La carta de vinos, aunque no es muy extensa, esta bien seleccionada y los precios no son nada abusivos. Ya que estábamos en Madrid nos decantamos por un Regajal 2006. Que como siempre nos encantó su mezcla de potencia  y elegancia.

Tomamos unas Alcachofas fritas, salteadas con un fondo de verduras y con alguna judía verde. El conjunto era meloso potenciado el sabor de las alcachofas cocidas en su punto con el fondo. Plato correcto sin ninguna pretensión pero con un control de los puntos espectacular. 

Falsa Lasaña de Txangurro. La delicia de la noche fue este plato. Varias capas de delicada pasta encerraban carne de txangurro de sabor muy, muy potente. 

Steak Tartar. Presentado de una forma un poco desganada, elaborado en su punto. Sabroso condimentado en su justa medida. Buena carne aunque quizá para mi gusto demasiado picada.

Entrecotte. Buena pieza de sabrosa carne elaborada en su punto. Bien caramelizado por el exterior y crudo en el interior.( como se había pedido) Carne con sabor.

Para prolongar la sobremesa pedimos dos Gin tonic de Martin Miller a 9,90 € un poco caro, pero claro, estamos cerca del Bernabeu.



Un restaurante sin grandes pretensiones ni amaneramientos pero con una calidad que se sale del mapa. Puedes salir tranquilamente por 60€ por persona, depende del vino y lo que quieras profundizar, que estando donde está en Madrid y dando la calidad que dan es un Lujo. 

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